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jueves, 28 de enero de 2010

Y la próxima catástrofe natural, ¿en Canarias?

Y la próxima catástrofe natural, ¿en Canarias?

24 Enero 10 - Madrid - Luis Mollà
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El terremoto que ha hecho temblar Haití ha disparado las alertas en medio mundo y mientras los gobiernos se coordinan entre sí y con las organizaciones más experimentadas para hacer llegar al país caribeño la indispensable ayuda humanitaria, se disparan las cábalas a la hora de señalar el punto y la hora donde habrá de golpearnos la próxima catástrofe natural. Si llegara a quebrarse el cono del volcán de Cumbre Vieja, en la Palma, sus efectos devastadores podrían compararse a los del choque de un meteorito.

Con excepción, tal vez, de las islas Canarias, en España es un asunto poco divulgado que la comunidad científica internacional viene señalando desde hace años a nuestra isla de la Palma como uno de los focos calientes, debido a las muchas posibilidades de quiebra que presenta el volcán activo de Cumbre Vieja, situado al sur de la isla.

Cumbre Vieja presenta un largo historial de erupciones volcánicas, la última de las cuales, en 1949, dejó como secuela principal una inquietante grieta en la estructura interna del volcán que lo mantiene en una condición sumamente inestable. La ascensión repentina del magma podría provocar la quiebra del cono y precipitar al mar medio trillón de toneladas de roca que causarían el mismo efecto que el impacto de un meteorito.

La consecuencia sería la formación de una ola de 900 metros de altura que cabalgaría sobre el océano a la velocidad de un avión, para descargar sobre las costas un golpe de una violencia inimaginable. Benfield, un conocido consorcio que engloba a las más conocidas compañías de seguros, calcula que, sólo en la costa este de los EE UU, la Centroamérica y Sudamérica atlánticas, las grandes islas caribeñas, los archipiélagos de Barlovento y Sotavento y el largo dédalo de islas de las Bahamas, el maremoto afectaría a cien millones de personas, muchas de las cuales perderían la vida víctimas del violento latigazo de una ola que al llegar a la costa podría conservar una altura de sesenta metros y un poder de penetración próximo a los quince kilómetros.

Benfield no tiene intereses en España y por eso esta catástrofe potencial apenas ha alcanzado divulgación en nuestro país. Sin embargo, en los EE UU se trata de un asunto mediático de primer orden, sobre todo desde que en fecha reciente, Juscelino Nóbrega, un vidente brasileño famoso en el continente americano desde que se adjudicara el vaticinio del tsunami asiático del 2004 o los atentados terroristas en Madrid y Nueva York, haya situado la catástrofe de Cumbre Vieja en un futuro tan inminente como el año 2013.

Y no es el único. En 2004 se pudo ver en nuestro país un controvertido documental de la BBC titulado “Cuatro formas de acabar con el mundo”, que proponía otros tantos escenarios de dimensiones planetarias para el apocalipsis final, uno de los cuales sería el desplome al mar de una parte de la isla de la Palma. En uno de sus capítulos la popular serie CSI Miami convertía la erupción en un hecho y los habitantes de Florida corrían desesperados tratando de escapar del mortal latigazo de la ola asesina, mientras que la literatura también ha contemplado el problema: “El quinto día”, de Frank Schatzing, y “Volcán”, de Richard Doyle, argumentan sobre la quiebra del volcán atlántico y sus efectos en la costa norteamericana.

Es evidente que este tipo de ondas se propagan como las de un estanque tras el golpeo de un objeto sólido en su superficie, lo que sitúa a nuestro país en la ruta de la megaola. Sin embargo, son muy pocos los españoles al tanto de esta amenaza natural, aunque no falta quien la ha convertido también en guión literario: en 2008, quien subscribe este artículo, capitán de navío de la Armada, obtuvo el premio nacional de narrativa marítima por una novela titulada “la séptima ola”, que recrea la erupción de Cumbre Vieja y los efectos posteriores sobre los barcos que encuentra a su paso una ola gigantesca que termina levantándose como un áspid antes de golpear el litoral gaditano.

Un peligro latente

Los científicos se refieren a este tipo de ola como un «mega tsunami». Existen antecedentes de este tipo de fenómenos, aunque no haya registro oficial de sus efectos. En 1888 el volcán de la isla Ritter, en Nueva Guinea, saltó por los aires y arrojó al mar mil millones de toneladas de roca. Se calcula que dio lugar a una ola de 15 metros que pudo causar unos 3000 muertos. La potencia hipotética que se baraja en el caso de Cumbre Vieja es quinientas veces superior.

Es un hecho. La comunidad científica internacional coincide en el peligro potencial que supone la vulnerabilidad de las entrañas de Cumbre Vieja, pero nadie cree la fatídica premonición del brujo de Brasil. Los medidores geodésicos emplazados en el lecho del Atlántico para la vigilancia sísmica del archipiélago canario no ofrecen registros alarmantes, mientras los vulcanólogos norteamericanos no creen que haya motivos para el miedo antes del 2017 y apuntan hacia el 2120, aunque son muchos los que creen en la actual bonanza sísmica podría extenderse unos 5.000 años más.

Existen recreaciones informáticas que muestran los efectos del tsunami arrasando los rascacielos neoyorquinos. Sobre África nadie se ha preocupado de escribir, pero todos coinciden en que la potencia del golpe causaría daños tremendos en la costa occidental del continente negro. En cuanto a España, salvando el testimonio del capitán Mollá recogido en términos tan apocalípticos como románticos, todo apunta a un final calamitoso en lo que se refiere a las islas Canarias y las poblaciones costeras de las provincias occidentales gallegas y andaluzas.

Ojalá la caprichosa tierra se tome tiempo en mostrar su gigantesco poder de destrucción. Confiemos en que la débil estructura del volcán de Cumbre Vieja aguante muchos años antes de quebrarse, porque, al parecer, y eso es algo en lo que desgraciadamente coinciden la mayoría de los científicos, antes o después, sucederá.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Vi un documental de la BBC donde decían que esto era probable que sucediera, pero... igual salgo por la puerta de casa y me cae una maceta en la cabeza y me quedo en el sitio. Las catástrofes naturales son terroríficas, hay quien afirma y sostiene que lo de Haití fue un castigo divino por que muchos haitianos practicaban el vudú.

Los científicos son como los médicos, se curan en salud y procuran decir sucederá, si le preguntas ¿al 100% esta seguro?, el cuento comienza a cambiar.

Un abrazo.

Unknown dijo...

Veo que hay científicos que también practican el vudú, dbe ser la moda.

Mike dijo...

Como palmero, reconozco que es para preocuparse, pero los científicos y las autooridades deberían afinar un poco para no sembrar el pánico innecesariamente.

Si eso ocurriera, pobre de mi Isla bonita.

CHOPINGO dijo...

Boira,no me metas miedo,ya tenemos con Hilario Rodriguez.
Ese si es peligroso.

E..P.. dijo...

El peligro lo tenemos siempre bien de una forma u otra.
Esperemos que nada suceda ya que los desastre naturales habeces és provocado por el hombre.
Tantas pruebas nucleares y demás no és bueno.
Saludos.